Cuando ves el mundo con unos ojos incapaces de fijarse en el mismo punto, y por lo tanto, con una visión doble permanente, ves todo a tu alrededor diferente.

jueves, 9 de febrero de 2012

Gracias, de parte del mundo.

"No tenia planeado escribir sobre ella cuando he empezado, pero tengo por seguro que acabare hablando de ella si sigo escribiendo".

Tenia razon y he aqui el producto de seguir escribiendo:
“Luz, ruido. Noche, ruido. Frío, ruido. Despertar con ruido, dormir con ruido, vivir siempre con ruido. Ruido de calles, de coches, de gritos y de sirenas. Ruido de gente. Vivir bajo la fría luz y el ruido constantes de la ciudad, del paso de la gente, de su falta de miradas.
No te haces una idea de lo dura que es la vida en la calle, vivir sin nada, sin familia, sin hogar, sin nadie a tu lado, siquiera la mirada de la gente. El sonido de sus pasos al esquivarte, de sus ojos al volverse hacia otro sitio, el sonido de sus corazones haciéndose piedra.
Me duelen los huesos. Acompañado del ruido viene el frío y del frío, el dolor de huesos. Hambre, llevo demasiado sin comer. Me levanto como puedo, una señora se aparta de mi lado con cara de susto, aprieta el paso y se pierde en la distancia. No me mira. Ya ni siquiera me importa, demasiado lloré al principio. El frío congela las lágrimas y yo he sufrido demasiado tiempo su voraz mordisco. No tengo rumbo, solo un pie tras otro, sin dirección, sin planes. Nada de proyectos, nada de ideas, nada de anhelos, solo un pie tras otro, calle tras calle, mirada tras mirada.
Sigo caminando. “Un pie, el otro”. Arrastro mi vida en cuatro cosas. Me lamento. Tengo frío. Paro. Intento seguir, debo seguir, hacia ningún sitio, porque incluso ningún sitio puede ser mejor que esto. Busco un lugar, me siento. Más pasos apresurados que se alejan y miradas que levantan el vuelo y huyen de mí como las mariposas al agitar un campo.
-Perdone.
Me agito, supongo que no me han visto. Si me muevo, tal vez se vayan.
-Perdone.
Aún no se han dado cuenta.
-Perdone señor, ¿se encuentra usted bien?
Miro, una joven me mira con cara de preocupación. Hacía años que no veía esa cara en nadie por mí. Me sorprendo. “Estoy bien” respondo como puedo. Su mirada sigue preocupada.
Saca algo, me pongo tenso. El peor frío de la calle, es el frío del acero. Me enseña las manos, lleva un termo y un bocata. Me lo ofrece. Recelo, hambre, miedo y el maldito frío. Sus ojos claros y su falta de miedo me absorben. Me mira a los ojos, ya no oigo el ruido, el ruido del resto del mundo, no oigo su mirada al esquivar la mía, ni su pecho bombeando acelerado por el miedo. Solo veo su mirada. Cojo el bocata y el termo, está caliente. Habla conmigo, me escucha. Me como el bocata, apuro el termo.
Se marcha. Sus ojos se despiden de mí con otra mirada preocupada.
Me levanto y sigo andando. Un pie tras otro, sin rumbo. Pero al fin, caliente y sin ruido, al menos por ahora.
No le he dado las gracias. Pero entre paso y paso, entre un pie y otro, doy gracias a todo porque aún queda gente buena.”
--Ella nunca lo sabrá, pero sus pequeños gestos hacen del mundo un sitio mejor, poco a poco, pasito a pasito. Y el mundo nunca le dará las gracias, pero siempre habrá alguien que agradezca que aun quede gente como ella en este mundo

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